miércoles, 9 de abril de 2014

RELACIÓN ENTRE LOS MAESTROS Y ALUMNOS

Crónica

Por Susana Villarreal

La entrada del maestro en espera de los alumnos, mientras tanto prepara el material que toca dar en ese día.

Después de esperar cinco minutos empieza la clase explicando los temas ayudado por material audiovisual y escrito. Durante la explicación del tema surgen algunas preguntas por parte de los alumnos las cuales son contestadas por parte del maestro y así aclara todo para que no queden dudas y así el alumno pueda tener todo en claro.

La convivencia entre maestro y alumnos. Dano (maestro izq.)
Dentro de la hora y media de clase surgen algunos comentarios que hacen más amena la clase y eso sirve para que se sienta una atmosfera de relajación y bajar un poco la tensión y así el alumno pueda captar mejor las explicaciones dadas por el maestro.

Muchas veces para que el alumno pueda captar las ideas fundamentales del tema, el maestro pone algunos ejemplos para dejar más en claro lo que quiere dar a entender.

La disposición del maestro es siempre con una actitud de amabilidad y gusto en contestar o en ayudar al alumno a retener la idea básica del curso.

Con trabajos en quipo el maestro trata de hacer que todos participen dando roles individuales a los alumnos para que se vea una gran integración en el grupo.

Inclusive ya fuera de clase el maestro está dispuesto a ayudar al alumno para una buena realización de las tareas.

También depende mucho que el alumno tenga la disposición y las ganas de sacar adelante la materia.

Pero debe de haber una retroalimentación por ambas partes para poder tener buenos resultados durante todo el tetra y llegar a buen término al finalizar el curso.

Muchas veces las clases con audiovisuales son más entendibles porque expone de una manera más explicitas las ideas que el maestro quiere transmitir y así se asegura que el alumno tendrá un mejor entendimiento.


En general la intención del maestro es que el alumno se llegue a superar y llegue a realizar los sueños de los alumnos y al ver el empeño y entusiasmo que le ponen a los trabajos y a salir bien en los exámenes es una satisfacción propia y un reto para seguir haciendo lo que ama que es hacer personas de bien.
Relación entre maestros y alumnos




NUEVAS FORMAS DE PREPARARSE

Reportaje


Por Andrea López

El Rector Act. Ángel Casan (segundo a la izq.)
 hablando de las aulas Cisco.
La competitividad en el mundo profesional cada vez es mayor, los estudiantes tienen que seguir preparándose al finalizar su carrera profesional ya que el mundo laboral lo exige. Muchas veces se toma la decisión por convicción propia y otras tantas porque su puesto en el trabajo lo exige, pero no cabe duda que con mejor preparación, mejores oportunidades.

La nueva U-ERRE sabe que un país con estudiantes mejor preparados es sobresaliente por lo que presenta programas de Maestrías y Posgrados muy completos.
Entrada a la Sala Cisco

La universidad cuenta con Posgrados presenciales o en línea, entre los cuales se encuentran Administración, Comunicación, Derecho, Educación, Psicología, Tecnología de la Información, entre otros.

El Act. Ángel Casan, Rector de la U-ERRE, hablo de la alianza estratégica con Cisco, una de las empresas más reconocidas en el uso de telecomunicaciones y quien fabrica, maneja y da consultoría en equipos de telecomunicaciones, en la cual se planea dar un paso más en el desarrollo educativo.

Con esta alianza estratégica la U-ERRE forma parte del programa “Cisco Networking Academy”, el cual es uno de los más importantes en cuanto a responsabilidad social en términos de educación en donde los estudiantes aprenden a diseñar, mantener y configurar redes.

Todo ello se lleva a cabo en un aula llamada “Aula Cisco” la cual permite enlazarse con cualquier universidad, maestro, empresa o institución en todo el mundo haciendo una videoconferencia en la que se intercambian contenidos y se interactúa como si se estuviera frente a frente.

Adríán Marcelo alumno de la Maestría de Administración
Adrián Marcelo Primero, quien cursa el segundo tetramestre de la Maestría de Administración, afirma que los nuevos programas están muy completos, cuentan con una nueva forma de enseñar y por supuesto los alumnos tienen una nueva forma de aprender. “La universidad está abriendo puertas junto con nosotros, con estos programas más dinámicos aprender es mejor”, dijo Adrián.

Adrián considera que los cambios en la nueva U-ERRE son para impulsar la educación en México y ser un parte aguas para un mejor desarrollo educativo con ayuda de la tecnología.

Una alumna de primer tetramestre de la maestría de Educación, Mariana Galván, está muy entusiasmada con el nuevo programa, afirma que de no haberle gustado el plan de estudios y la nueva forma de enseñar, tal vez no hubiera elegido la U-ERRE para cursar sus estudios.

“Me encanto el plan de estudios, los nuevos salones hacen que no te de flojera venir a estudiar, y el ambiente entre alumnos y maestros es muy agradable. Y ni hablar de la tecnología, todo es muy nuevo y moderno ahora”, afirmó Galván.

Para el Rector y la universidad, hablar de educación es pensar en modelos diferentes, formatos diferentes y espacios diferentes que mantengan la conexión con muchas partes del mundo y esto se intenta lograr gracias a la nueva alianza con Cisco creando nuevos programas Posgrado y Maestría.

Estos nuevos programas están cambiando junto con la nueva imagen de la U-ERRE para dar más oportunidades y mejor preparación a los alumnos y estudiantes potenciales de maestrías y posgrados. Sin duda una mejor forma de aprender.


Entrada aula Cisco

¿LA CULPA ES DEL MAESTRO?

Artículo basado en la nota relación entre maestros y alumnos

Por Andrea De la Garza Ceja

Al leer la crónica, Relación entre los maestros y alumnos, me hizo reflexionar en ¿quiénes son nuestros maestros?


Maestro Dano (Izq.) dando clases alumnos de Comunicación
Como estudiante, muchas veces nos quejamos de la forma en que los maestros dan clase, califican, redactan exámenes etc. Pero honestamente, ¿Es siempre culpa del maestro? 

Como alumnos tenemos el derecho de exigir a toda costa una buena educación pero con esto también debemos de tener un amplio sentido de responsabilidad y ganas de aprender.

En todas partes están los maestros “barco” y los estrictos, pero independientemente de qué clase de maestro tengamos, el qué tanto aprendizaje obtengamos depende siempre de nosotros mismos.

No niego que no influya el carácter del maestro en las ganas de ir a un salón de clases, o de interesarnos un poco más en un tema en específico, pues la energía se transmite, pero como alumnos debemos de ser inteligentes y sacar el mayor provecho posible; no me refiero a “barbearle” al maestro, pero sí en cambiar la actitud de cómo tomamos las cosas.

Personalmente me preocupa el hecho de quién es la persona que me trasmitirá su conocimiento, dejando fuera el qué calificación tendré, es qué tanto voy a aprender.

Maestro Dano (izq.) en un día de clases con sus alumnos
En la nota de Susana, ella describe un ambiente en las aulas de cordialidad y libertad, ¿será así?

Ojalá todos tuviéramos siempre buenas experiencias con todos nuestros maestros, pero desgraciadamente, no siempre es así, y es algo completamente natural; la química entre las personas existe y es muy difícil tener muy buenas relaciones con todos, todo el tiempo. Lo que no es imposible es un cambio de actitud.

Creo que las bases para una buena relación, y por tanto un buen aprendizaje, son simples:
  • Primero debemos de aprender a respetar; siempre, aún y cuando te sientas ofendido o sus creencias no sean las mismas que las tuyas, siempre respetar.
  • Ser humildes; no siempre lo sabemos todo, y es de humanos el equivocarse, a veces sabrás que tienes la razón, aún y en esos momentos es importante seguir siendo humildes.
  • Luchar por nuestras creencias es importante y enriquecedor en un aula de aprendizaje, pues obtenemos diferentes puntos de vista que complementarán nuestros conocimientos, pero debemos de aprender también que habrá momentos en que debamos quedarnos callados; para algunos podrá ser muy difícil pero a veces es lo más inteligente.

Finalmente es muy muy importante ser honestos con nosotros mismos y antes de criticar, pelear o exigir debemos de ser justos y preguntarnos ¿La culpa es del maestro o mía? y ¿Existe algo que pueda hacer para cambiar o arreglar la situación? Si aun así nada de esto funciona, recuerda que ya casi se acaba el tetra…


“TODO SE VALE”… HASTA UNA REPOSICIÓN

Crónica

Por Mauricio Aquino

En el mundo del teatro, los espectáculos duran un determinado tiempo, al cual se le llama temporada. Los amantes del teatro musical, abundan las butacas, y apenas se abren las taquillas para la compra de los boletos, estos son agotados casi inmediatamente. Cuando esto pasa, y el musical tiene muy buenas reseñas, la gente que no pudo atender a la obra se queda con las esperanzas de que se abran más fechas. Cuando los productores deciden hacer otra temporada se le llama una reposición de una obra.

En el Departamento de Arte y Cultura

Oficina de la Lic. Marichuy Ávila, encargada del Departamento de Arte y Cultura
Son las cuatro y media de la tarde en las oficinas de Arte y Cultura de la Universidad Regiomontana, la gente luce muy ocupada, y no es de más, ya que es la última semana de estudios en la Universidad, y los estudiantes de “Difusión Cultural”, como antes era llamado, están preparándose para la semana de cultura, donde mostrarán todo lo que se ha desarrollado durante el tetramestre. Además, hay alumnos, también, que están recogiendo sus cartas del servicio comunitario interno, ya que cumplieron sus horas, ayudando a difundir los diferentes eventos que habría en el periodo escolar.

Cuando por fin sale la Licenciada Marichuy Ávila, encargada del Departamento de Arte y Cultura, se acerca conmigo para hacerme saber que está lista para recibirme. Para no quitarle más de su tiempo, voy directo al grano, y le menciono que muchos alumnos quieren saber el estatus del musical “Todo Se Vale”; si iba a poder ser posible que se repusiera, o ya era algo lejano.

Ella menciona que la recepción del musical fue muy buena, ya que en todas las funciones hubo mucha gente, y no ha sabido de alguien que no le haya gustado. Además, ella dice que los mismos alumnos, que pertenecieron al elenco, son muy proactivos, ya que quizás la razón más grande de que no se repusiera el musical, fuera que los mismos alumnos, no quisieran participar de nuevo.

Para esto, se creó una petición que se está firmando, actualmente, por los alumnos, tanto de la orquesta, como los que salen a escena, para que el Rector, la Licenciada y otros altos mandatarios en la Universidad, se dieran cuenta de que se quiere hacer una segunda temporada del musical.

Al momento de oír esto, le pregunté acerca de la petición y si podía verla, a lo que me contestó, que ella no la tenía, pues son los alumnos quienes se encargaron de todo.

La búsqueda

Decidido a encontrar esa petición, le pregunté a Francisco Torre (El Capitán en “Todo Se Vale”), quien se encontraba en el taller de teatro, acerca de la “famosa” petición. Me contó que dicha petición la tenía Mariana Dávila (Hope Harcourt), quien es una de las líderes que se encargó de hacer todo el movimiento dentro del elenco, para animarlos a hacer una reposición de la obra.

Un sueño que se podría repetir

Al día siguiente, me contacté con Mariana, para que me contara acerca de la petición. “Entre Ana Karen (Reno Sweeney) y yo, decidimos hacer una carta de petición al Rector y a Marichuy, pues creemos que la temporada de “Todo Se Vale” fue muy corta, y no todos tuvieron la oportunidad de disfrutarla.”


Por fin me enseñó la petición, la cual tenía una carta y alrededor, firmas de la compañía del musical, con la esperanza de que se repusiera la obra, pues además en difusión cultural, aún se encuentra el barco que se utilizó como escenografía, arrumbado como si nunca hubiera formado parte de un sueño para muchos y una despedida del escenario para otros. 



Aquí encontrarán las entrevistas a los alumnos que pidieron reposición:
 https://www.youtube.com/watch?v=lagXqdzx0uw


Instalaciones de Difusión Cultural








miércoles, 2 de abril de 2014

¿La Universidad se está transformando o estamos transformando a la Universidad?

Artículo basado en la nota Los nuevos espacios U-ERRE


Por Andrea De la Garza Ceja 


La Nueva U-ERRE
ha invertido tiempo y dinero en crear nuevos espacios para sus alumnos; espacios más cómodos, amigables y creativos. Ante tanta competencia, creo que ya era necesario, pero los cambios que están surgiendo en la Universidad Regiomontana no son sólo estructurales.
Fotografía de Alejandra Novak
Al principio del cambio, cuando el rector anunció que estaríamos pasando por un proceso de transformación, nació cierto rechazo de sus alumnos, y hasta de su personal docente; tanto en redes sociales, como en salones de clase, se debatió y criticó la ruidosa transformación por la cual estábamos pasando. Los alumnos se sentían avergonzados de ser parte de la Universidad, y realmente nadie comprendía lo que estaba pasando por la mente del rector.

En este tetramestre, primavera 2014, parece haber cambiado la mentalidad de los alumnos. Los comentarios se volvieron menos negativos y poco a poco se convirtieron en positivos. Puedo observar cierta identificación por parte de los alumnos hacia la U-ERRE, ya que no sólo portan sudaderas con el logo de la Universidad, sino que, gastan su dinero en comprarlas, cuando antes los únicos alumnos que usaban prendas UR eran aquellos de difusión cultural, o de algún equipo deportivo.

En la crónica de Mauricio, describe cómo se utilizan los espacios en el área de Humanidades. Me parece fascinante el que unos espacios hayan creado un gran cambio en la mentalidad de los estudiantes. ¿Será que nos sentimos consentidos y tomados en cuenta? Teníamos una necesidad, y ahora está siendo cubierta.

En el recorrido por la Universidad, que Aquino relata, se siente un cambio en su forma de describirla, lo que antes era “la Universidad” ahora se transformó en “Mi Universidad”

La UERRE ha cambiado, y con ella sus estudiantes.

Fotografía de Alejandra Novak
Creo que necesitábamos un cambio, y no hablo simplemente de un cambio de estructura arquitectónica, sino un cambio de mentalidad; necesitábamos identificarnos con nuestra universidad y estar orgullosos de ella.

Aunque a primera vista, el cambio no es tan visual, si pones atención y miras detenidamente, verás la inmensa transformación que se vive en el campus.

Puedo concluir que este pequeño ejemplo, es sólo una muestra de lo que podría suceder en el país y en cualquier ambiente en que vivamos: No son los nuevos espacios lo que hace que la Universidad se esté transformando a algo mucho mejor; son sus alumnos y docentes los que hacen que esto sea posible. Con un cambio de actitud, existió un cambio de ambiente. Ahora puedo comprender cómo funcionan las cosas; es realmente simple. La Universidad está cambiando, y no sólo en espacios. 

UNA TARDE EN LA UNIVERSIDAD

Crónica


Por Mauricio Aquino

Fotografía de Alejandra Novak
Cuando la Universidad termina sus clases de la mañana, es decir, a la 1 de la tarde, lo que uno normalmente piensa es: “Iré a mi casa, me relajaré y no pensaré en pasar un segundo más en la escuela”. El hecho es, que aún después de esta hora, la U-ERRE, como es ahora llamada, aún está llena después de la jornada normal de clases, y esto es, excluyendo a los alumnos que aún tienen clases en la tarde.

Es la una y media de la tarde en las afueras de la institución, más específico aún, la 1:26, en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Hay mucha movilidad. Los alumnos, algunos, caminan con prisa, ya que sus padres los esperan en la calle de Matamoros, y esto hace que se detenga el tráfico. Hay una pareja de alumnos que está platicando  en las escaleras para subir hacia el edificio; unos los evitan, mientras que otros voltean a verlos, y otros cuantos los reconocen y paran a saludarlos. Hay un montón de alumnos en la acera, esperando a que el guardia pare el tráfico y les dé el paso para poder cruzar la calle. Por fin me decido a subir, evitando a la pareja y a los que vienen bajando en “bola”. El guardia encargado de la seguridad del edificio, me saluda, mientras que yo deslizo mi tarjeta por el sensor y giro el torniquete para poder pasar a la Facultad.

Dentro del edificio

Es la 1:37 de la tarde en la Universidad, y lo primero que se me ocurre hacer es voltear hacia los dos lados, para decidir qué lugar visitaré primero. Lo primero que noto, es que hay una pequeña fila de tres personas, que están esperando para usar el bebedero, pero mientras que uno utiliza el bebedero normal, utilizando un vaso de papel, una alumna usa el otro dispositivo, el cual tiene un sensor para llenar su bote de agua automáticamente; haciéndome pensar si este es otra de las actualizaciones de la Nueva U-ERRE.

Por fin procedí para mi lado izquierdo, encontrándome con las oficinas de la dirección de los diferentes departamentos de “Humanidades”, como comúnmente le llaman a la Facultad. Al entrar, me encuentro con Juani, la asistente de la dirección. Le pregunto que si hay mucha concurrencia a esta hora, a lo que ella me contesta: “Sí. De hecho, muchos alumnos prefieren venir a esta hora para resolver sus problemas, pues es cuando ya no tiene clases la mayoría.” Entro a las oficinas, y está todo muy tranquilo, no hay alumnos, a excepción de una joven que se encuentra con el Director del Departamento de Comunicación, el Licenciado Marcelino. A juzgar por lo relajado de la plática, no se veía que fuera algo serio. Decidí, entonces, regresar por donde vine, e irme hacia el otro lado.

Fotografía de Alejandra Novak
El siguiente lugar a donde me dirigí, fue a una de las salas nuevas; la que se encuentra en medio del espacio comunal en Humanidades, pero no sin antes notar a los tres alumnos que estaban jugando en la mesa de “futbolito” que se encuentra en esta sala; haciéndome preguntarme si este era el lugar más óptimo para poner un juego de esta índole, pues, en mi caso personal, batallo mucho para concentrarme en leer o hacer una tarea, y más aun habiendo ruido. Ignorando mis conflictos internos, entré a la “Sala de Aprendizaje”. Lo primero que noté fue a dos alumnos acostados en las camadas, uno utilizando su celular, mientras que el otro intentaba acomodarse para echarse una siesta, otra vez haciéndome preguntarme, cómo podría con tanto ruido.

 Había cuatro alumnos en una mesa platicando de nada referente a la escuela. En otra mesa, se encontraba un alumno en su laptop, no queriendo ser distraído, ya que tenía sus audífonos; una alumna haciendo una tarea, de lo que parecía ser la materia de “Taller Para la Empleabilidad” y otro alumno con su cara sobre sus manos, simplemente recostado. En los sillones, se encontraba una pareja platicando y riéndose, recostados con los pies sobre un mueble. Le pregunté a la pareja que con qué frecuencia se la pasaban ahí y que si siempre estaba así, a lo que me contestaron que se la pasaban ahí seguido entre clases, pero que en temporada de exámenes, el ambiente cambia mucho, pues todo está más callado y la gente se nota mucho más estresada. Sin más que observar en la sala, me dirigí hacia el espacio comunal, donde lo primero que noté, son las bancas, las cuales ya se notan viejas y olvidadas en la remodelación de la nueva U-ERRE.

Fotografía de Alejandra Novak
Al voltear a mi izquierda, pasando por atrás de la sala, de la cual acababa de salir, lo primero que noté, era una pareja, que me hizo sentir algo incómodo, ya que la chica estaba en las piernas de él mientras se “comían” mutuamente. Aparentemente, no les molestaba tener su intimidad en plena vista de todos los que pasaban por ahí.

 Decidí hacerme de la vista gorda y seguí caminando. Lo siguiente que llamó mi atención fue el microondas que estaba hasta el fondo, pegado a una máquina dispensadora de alimentos. Había dos personas esperando a calentar su comida. 

Esto habla mucho de las personas que se quedan después del horario de clases, ya que se ven en la necesidad de traerse comida de sus casas, para poder aguantar la tarde ahí. Casi todas las bancas estaban vacías. Una, sólo tenía a un alumno que se veía mayor, probablemente, de unos veintiséis años, con aspecto algo desarreglado y cabello largo, sentado en su computadora, con unos audífonos que bloqueaban el sonido exterior. En otra de las mesas, se encontraba una pareja, de amigas, sentadas a punto de comer, y en la tercera banca estaba esperando un joven a que su amiga, o novia, terminara de calentar su comida. Ya que estaba cerca, di unos cuantos pasos más y me encontré bajando la rampa para llegar a Difusión Cultural.

La parte artística de la Universidad

Eran las 2:46 en mi reloj, y se notaba que en DifusiónCultural estaban muy acelerados, a comparación de los demás lugares que había visitado. Al bajar la rampa, tuve que esquivar a dos alumnas que pasaron corriendo, pero no es que fueran a algún lugar, si no que pertenecían a la clase de Tae Bo. Estas alumnas estaban siendo acarreadas por el instructor de la clase, el profesor Gabriel Escamilla, quien constantemente les gritaba con palabras de aliento, tales como: “Venga, vamos” o “No caminen, no se hagan”.

 Al bajar la rampa, voltee hacia mi izquierda, sólo para encontrar el salón 5, que estaba siendo utilizado por un grupo de personas, que aparentemente, estaban montando alguna especie de escena. Abrí la puerta, y encontré a la maestra Delia Garda, recargada contra la pared, observando los movimientos de los alumnos. Como la maestra me conoce, porque pertenecí a uno de los talleres de teatro, dejó que me quedara a observar la obra que estaban montando. Esta obra se llama “El Viaje”. Mientras observaba a los alumnos trazar los movimientos, la maestra, ya un poco desesperada, puesto que se presentaban en dos días, lo hacía repetirlas una y otra vez.

En las bancas, se encontraban dos alumnas: Carolina Valdés y Jessica Saucedo, quienes, de lejos, parecía que estaban platicando, sin embargo, cuando me acerqué, me di cuenta que estaban ensayando líneas para algo. Cuando les pregunté acerca de eso, me dijeron que los alumnos, sin ayuda de maestros, están preparando un espectáculo para honrar a Cri-Cri. Dicho espectáculo, no sólo incluye a los alumnos de teatro, si no que los alumnos de canto, así como bailarines y la orquesta de la Universidad, fueron invitados a participar. Les pedí una disculpa por haberlos interrumpido, y me dirigí hacia la cafetería “Lagartos” para ver cómo estaba el ambiente por allá.

Cafeterías separadas

Cuando llegué a la cafetería, no pude evitar notar que casi no había personas comiendo ahí. A simple vista, pude hacer un conteo de un total de siete personas dentro de la cafetería, más una maestra que apenas estaba a punto de ordenar. De las siete personas que estaban ahí, solamente cuatro estaban comiendo, y tres de ellos, comían la comida del día, que incluía sopa de fideos, tacos, y guarniciones, por lo que pude observar. La otra persona, solamente estaba comiendo frituras. Como vi que no había mucho que observar dentro de la cafetería principal, me dirigí hacia la otra parte de la cafetería, la cual se encontraba dividida por una puerta de transparente. Este lado de la cafetería estaba considerablemente más lleno, aunque el espacio es mucho más reducido.

 Lo que pude notar en este lado, es que no todos los que se encontraban ahí estaban comiendo, sino que unos, se encontraban en sus laptops, platicando, o simplemente perdidos en sus celulares. Lo que todos tenían en común es que ninguno estaba comiendo comida de la cafetería. Es por eso que estaban ahí, y por la que el otro lado se encontraba casi vacío. La cafetería “Lagarto” no te permite estar ahí, a menos que se compre algo de lo que venden ahí, cosa con la que muchos alumnos están en desacuerdo, como Ernesto Borjas, quien se encontraba en su laptop en la cafetería “rezagada”, como la llamaba él.

Sin más lugares a donde ir, a las 4:23 decidí concluir mi recorrido por la Universidad, y me dirigí a la salida, donde me despedí del mismo guardia que me recibió cuando llegué. Me di cuenta que era mucho menor el número de personas esperando en las afueras de la Universidad, pero muchas, aún seguían esperando a que comenzara sus clases de la tarde. 


Vídeo de Alejandra Novak

NUEVAS FORMAS DE ENSEÑAR Y APRENDER

Crónica


Por Susana Villarreal

Fotografía de Alejandra Novak

En el primer día de clases en el nuevo laboratorio puede ser muy dinámico ya que se nota la diferencia entre el tetra pasado y el de ahora. 

Los nuevos espacios están más allá de la modernidad, transformación y enfoque que  la publicidad le quiere dar a lo que ahora llaman La Nueva Universidad U-ERRE.

Se puede ver más allá de lo innovador, sino que lo que transmite es una visión diferente de ver las clases, la percepción del tiempo es mucho más rápida, la actitud de los alumnos más amigable.

Hay una notoria diferencia entre llegar a un salón donde se llega fastidiado del trabajo, el tráfico,  y todos los elementos que causan el estrés diario y entrar  a una cueva blanca donde hay una persona al frente hablando y lo único que se piensa es en llegar a casa.
Fotografía de Alejandra Novak

Ahora con estos nuevos salones llenos de vida que implementaron hacen que las clases sean más amenas y ágiles.

El entrar y ver un salón en forma rectangular,  dando una sensación de motivación  y amplitud, si volteas al lado izquierdo se verá un espacio de mini ruedo con colchonetas de colores.

 Después sigue  un área de 4 mesas altas, hay unos pizarrones móviles que son la separación entre un área y otra.

Fotografía de Alejandra Novak
Más adelante hay un área de mesas hexagonales las cuales se pueden juntar  y hacer una gran mesa dependiendo del alumnado que conforme la clase.

 Al fondo del salón se tienen 4 salones pequeños con paredes de cristal, y en las paredes  se puede hacer anotaciones tomando el papel de pizarrón.

 Del otro lado enfrente de las mesas se encuentran unos espacios completamente iguales,  como si fuera el mismo reflejo de un lado a otro.

Fotografía de Alejandra Novak
 Enfrente del área de las mesas altas hay una cueva de muros de madera con una mesa larga rectangular que da expectativa de sala de juntas, y para finalizar y de regreso casi a la salida hay un área amplia con mesas redondas y pequeñas.

Es un salón que  juega una psicología de motivación para el alumno y maestro donde se disfruta escuchar las clases, da una libertad de estudio,  imaginación y creatividad



Vídeo de Alejandra Novak

A VOLAR APRENDIENDO

Reportaje


Por Andrea López

Fotografía de Andrea López
Hoy en día el mundo avanza muy rápido, la tecnología se está desarrollando cada vez más y las culturas se están diversificando desmesuradamente, por ello la importancia de la educación desde una perspectiva a nivel global.

Los estudiantes cada vez necesitan exigirse más por la gran competitividad que hay en el mundo real, los puestos de trabajo y los lugares en las empresas están ocupados por gente preparada pero también por gente que conoce de cultura y del mundo exterior.

Fotografía de Andrea López
En la Universidad Regiomontana, la nueva U-ERRE, tienen esto muy presente por lo que desarrollaron un programa de intercambios internacionales en el que los alumnos aparte de aprender un idioma, también se pueden desarrollar en el ámbito profesional en otro país así como conocer otras culturas.

La Lic. Sonia Benavides, coordinadora del Departamento de Asuntos Internacionales, espera que con este programa los alumnos tengan un amplio conocimiento y expectativas del mundo laboral al que saldrán después de terminar sus estudios universitarios.

“Los programas internacionales ofrecen al estudiante una oportunidad para internacionalizar su perfil de carrera, aprender un idioma, realizar prácticas profesionales en otro país y adquirir conocimientos y perspectivas a nivel global”, expresó Benavides.

Hay programas internacionales en los que eligen entre dos opciones: convenio directo, donde la U-ERRE establece un intercambio de alumnos con ciertas universidades y el intercambio de doble titulación, donde el alumno estudiara parte de su carrera en la Universidad Regiomontana y otra en el extranjero obteniendo el título en ambas universidades.

Fotografía de Andrea López
La Lic. Wendy Sánchez, coordinadora del Departamento de Asuntos internacionales, comenta que el programa SUMA , en el que se permite realizar un intercambio hacia alguna de las universidades participantes dentro de México, es uno de los más solicitados.

SUMA es un esfuerzo de algunas de las universidades de FIMPES (Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior).

Otro de los programas es el DAAD (Deutscher Akademischer Austauschdienst) para ingenieros, en el que se les otorga una beca internacional que le permite al alumno estudiar en Alemania durante un año académico y realizar sus prácticas profesionales. También hay cursos de idiomas disponibles en el extranjero de corta duración.


Fotografía Ale Gutiérrez
Alejandra Gutiérrez, una estudiante de la carrera de Comunicación Social, cursó un programa de intercambio a Chile y afirma que la experiencia fue enriquecedora. “Me encanto Chile y su cultura, aprendí muchas cosas nuevas que puedo llevar a cabo en el desempeño de mi carrera”, dijo Gutiérrez.

No hay duda que el mundo va evolucionando  constantemente,  la diversidad de culturas y globalización te exige estar atento a este desarrollo exponencial por lo que es bueno estar preparado y conocer otros terrenos de aprendizaje que podrán abrir tu mente desde el punto de vista intelectual y personal.






Vídeo de Alejandra Novak




domingo, 23 de marzo de 2014

SOBRE COMER EN LA TAQUERÍA MÁS ANTIGUA DE MONTERREY

¿Cómo es el restaurante donde el platillo más exitoso se llama “Quiero Comer de Todo”?

Por José Ignacio Hipólito Hernández
Ilustración por Cristina Guerrero
I
Cada uno de los estados de México tiene una forma distinta de comer el maíz. En Oaxaca, de donde es mi madre, se hacen las tlayudas, tostadas gigantes con queso oaxaqueño —ese típicamente reconocido por ser una línea de queso continua enrollada en una bola de estambre comestible— sobre una base de salsa molcajeteada que se acompaña con jitomate, aguacate y crema; en Veracruz, de donde es mi abuelo, se hacen las enfrijoladas que llevan con orgullo el nombre del estado: tortillas bañadas en salsa de frijol negro con huevo a la mexicana adentro y acompañadas por rodajas de chile de árbol; en Pachuca, de donde es mi abuela, se hacen los tlacoyos de alverjón —una legumbre parecida a la lenteja— enchilados, bañados en salsa verde y queso; y en Monterrey, donde he vivido los últimos cinco años de mi vida, se hacen las tostadas rojas de deshebrada más ricas que he probado.
De lo que no me había dado cuenta es que el lugar en donde las probé es la taquería más antigua en el estado de Nuevo León: la Taquería Juárez, fundada en 1945, dos años antes de que la máquina tortilladora de producción masiva se inventara, y mucho antes de que el taco se convirtiera en un símbolo de la identidad culinaria mexicana.
Los fines de semana, la calle Galeana, entre Aramberri y Ruperto Martínez, en la Zona Centro, es una de las más transitadas del área metropolitana de Monterrey. El tráfico se concentra desde el mediodía hasta aproximadamente las 10:00PM debido a que familias enteras, parejas o algún antojadizo está formado esperando en la larga fila del estacionamiento de uno de los establecimientos de antojitos mexicanos más populares de Nuevo León.
Varias rutas de camión pasan por allí, y tanto los conductores como el pasaje del 325, el 117 o el 124 no pueden evitar voltear cuando un olor que combina los aromas de aceite, frijoles, tortillas, papas, chiles toreados y otras delicias del local No. 123 empiezan a emanar de entre los gritos de parada, la sirena de la ambulancia y los pitidos del claxon de un automóvil ansioso. El edificio es de sólo una planta, pero abarca casi toda la calle. Las letras verdes a la entrada son inconfundibles: “Taquería Juárez, desde 1945”.
El establecimiento no se da abasto, ni siquiera con tres estacionamientos con capacidad para aproximadamente 50 automóviles. Filas y filas de carros esperan a que alguien salga con la barriga llena, satisfecho después de haber disfrutado de un buen tentempié con los compadres, las amigas, el novio o el primo favorito. Y esa no es la única espera. Al entrar al establecimiento, después de ser recibido por un mesero, hay una línea que empieza en la cocina —con vitrina, para estimular las expectativas del antojo— y termina al fondo del local; 30 personas esperan a que él capitán de los meseros, el Lic. Garza, les asigne mesa. Hay para todos, pero si se va a comer bien, entonces hace falta paciencia.
Con más de 60 empleados que se distribuyen en meseros y garroteros —todos hombres—, cocineras y cajeras —todas mujeres—, se atiende a más mil 500 clientes en tan sólo un fin de semana, días en los que los empleados no descansan sino hasta después de haber cumplido sus ocho horas de jornada laboral. Pero la hija de la fundadora del lugar parece no descansar. Teresa Espinoza revisa muchos de los platillos de sus comensales detenidamente, entregando una extraordinaria cantidad de órdenes a sus cocineras por si hay alguna irregularidad en el platillo. La agilidad y destreza que tiene es incomparable. Con 65 de años sigue sirviendo y cocinando como si aún vendiera enchiladas en el carrito con el que su madre empezó la taquería frente al Mercado Juárez. No importa qué tan simple sea la comida que se sirva, los estándares de calidad son altos. No por nada la Secretaría de Turismo les ha otorgado los distintivos H y M, por limpieza y por calidad, respectivamente.
El menú es corto, pero no porque a las cocineras les falte habilidad, sino porque no se necesita más. Y si se es un buen comensal, en realidad sólo hay un platillo, una frase para el mesero: “Me da un Quiero Comer de Todo, por favor”. El plato trae una muestra de los grandes éxitos del restaurante, dos de cada uno: dos tacos al vapor, dos flautas de pollo bañadas en salsa de aguacate, dos enchiladas rojas rellenas de queso, dos envueltos y dos estómagos, por si uno se queda con el antojo de los sopes que también forman parte del menú.
Los fines de semana no hay otra cosa que no sea trabajo tras lo muros de la primera taquería de Nuevo León. Desde las 11:00AM hasta las 11:00PM, el restaurante permanece abierto sirviendo a los amantes de los antojitos tradicionales neoleoneses. Ni el capi Eugenio, que usa una camisa roja para distinguirse de los demás meseros, ni la señora Tere tienen tiempo para descansar, al menos no los fines de semana, cuando reciben una increíble cantidad de clientela y están ocupados intentando dar el servicio que los ha distinguido por más de seis décadas.
Cada mordida es una ida con vuelta a la tradición popular culinaria de Nuevo León, los diferentes usos de la tortilla para saborear un antojito. Todos los platillos vienen acompañados de papas y chiles toreados. Pero el verdadero acompañante implícito es la tortilla. Cada platillo es una variación del taco: las enchiladas, los sopes, los envueltos, las flautas, todos una alteración del alimento que desde mediados del siglo XX comenzó a popularizarse en todo el país.
II
Décadas antes de la invención de la tortilladora, a principios del siglo XIX, se empiezan a publicar recetarios de comida popular mexicana. Esto ocasiona que alrededor de todo el país comiencen a llegar recetas antes desconocidas por los lugareños. Los platillos populares dejan de ser una herencia tradicionalmente indígena y pasan a formar parte del imaginario popular mexicano. Las clases altas y la naciente clase media ahora tienen acceso a esa tradición.
A pesar de que el primer objeto cultural de México fue el desarrollo del maíz, ya que éste se domesticó a partir del teocinte, una de las tantas especies de gramíneas, el taco no se reconoció como uno de los platillos populares de todo México sino hasta que Fausto Celorio, un ingeniero graduado de la UNAM, inventara y perfeccionara la primera máquina automática para volver más eficaz el proceso de hacer tortillas. Antes procesar el nixtamal tomaba días, y hacer una docena de tortillas era una tarea exhaustiva; ahora el mexicano podía ir a una tortillería y esperar tan sólo unos minutos para obtener un par de kilos de tortillas.
Si bien los tacos siempre han sido parte de la tradición culinaria del país, como bien lo señala Salvador Novo en sus cuatro volúmenes de La historia gastronómica de la Ciudad de México, no fue sino hasta la invención de Celorio que se introdujo la tortilla a las masas, sobre todo a la clase media, que iba creciendo exponencialmente y se volvía parte importante de la economía nacional.
La popularidad de la tortilla creció rápidamente por todo el país, y debido al bajo costo de un alimento tan rico en proteínas, se le fueron dando diferentes usos según la región del país donde se preparase. Ahora que era más fácil y barato hacer un taco, los negocios y puestos dedicados a esta delicia mexicana incrementaron.
Después de que Fausto Celorio inventara la máquina tortilladora en 1947 y le hiciera modificaciones que permitieran su producción masiva en 1959, el taco comenzó a convertirse eb uno de los platillos mexicanos típicos. La identidad nacional empezó a definirse a partir del maíz y la tortilla; los neo-mexicanismos son impuestos por el gobierno priista a partir de los años 60 con el propósito de construir una identidad mexicana. Mas esto no era para cohesionar al pueblo. El objetivo era construir una imagen que se proyectara hacia el exterior y ayudara no sólo a cimentar el turismo como una de las actividades económicas más importantes de México, sino también a establecer las bases de lo que terminaría siendo el Tratado de Libre Comercio y la apertura al libre mercado llevada a cabo por el gobierno de Salinas de Gortari.
Es en esta época cuando nace la primera taquería de Nuevo León. Empezó con el anhelo emprendedor de un carrito que vendía enchiladas. Mientras su popularidad crecía, las primeras máquinas tortilladoras llegaban a todo el país, lo que ayudó a que el establecimiento de Guadalupe Espinoza, la fundadora de la Taquería Juárez, creciera, convirtiéndose eventualmente en uno de los restaurantes de antojitos más popular del noreste del país.
En Monterrey, a los tacos siempre se les relaciona con la carne asada, el cabrito, la machaca y la deshebrada, al menos a los que son propios de la región noreste. Y la tortilla más popular ni siquiera es de maíz, sino de harina, surgida cuando los conquistadores españoles llevaron sus provisiones de harina de trigo al norte del país; sus cocineras no supieron qué hacer con eso, sólo tortillas. Pero fue exactamente la explosión del taco como comida popular mexicana lo que dio pie a que la Taquería Juárez creciera como lo hizo, de un puesto rodante a uno de los establecimientos más populares de comida mexicana en Nuevo León.
III
La señora Espinoza camina empujando un carrito en el que vende enchiladas. La Zona Centro ha sido su hogar desde que llegó a Monterrey desde Querétaro para probar suerte en una de las ciudades que poco a poco se va convirtiendo en una de las más importantes del país. Acompañada de su hija Rebeca, camina por las calles más transitadas con la esperanza de vender un par de platillos para mantener a su familia. Conforme va creciendo la popularidad de su carrito de enchiladas, su menú se vuelve mucho más variado; agrega los tacos de carne molida, las tostadas de deshebrada y los tacos al vapor.
Una vez que el carrito es insuficiente y la señora ya no tiene por qué merodear las inmediaciones del Mercado Juárez en busca de clientes, en 1963, ya que su hija puede ayudarla con la preparación de platillos, el negocio de tacos y antojitos se muda a un establecimiento en la calle Galeana.
La fundadora de la taquería empezó a vender enchiladas a las afueras del Mercado Juárez hace ya casi más de 70 años. Tenía un carrito con vitrina que fue ganando popularidad entre los marchantes y hambrientos que pasaban por las calles Juárez, Aramberri o Ruperto Martínez, y conforme su popularidad fue creciendo, también la variedad de platillos. Dos años antes de la primera tortilladora automática, la señora Lupita ya ofrecía sus ricas enchiladas rojas rellenas de queso, que todavía hoy siguen siendo de los platillos más populares. Nuevo León crece junto con la taquería, y entre más se desarrolla el centro metropolitano de Monterrey, más espacio necesita la taquería Juárez para satisfacer la demanda que incrementa al mismo tiempo que el número de industrias se duplica. Mientras Guadalupe Espinoza va de la mano de su hija arrastrando un carrito, Monterrey apenas empieza a convertirse en ciudad y en uno de los centros urbanos más importantes del país.
Cuando el gobernador Morones Prieto decide canalizar el Río Santa Catarina en 1949, la Taquería Juárez apenas está ganado popularidad entre los 374 mil 800 habitantes de Monterrey, y una vez construida la Macroplaza en 1984, las enchiladas, los tacos y las tostadas dejan de ser los únicos platillos que se sirven. Tras 15 años de permanecer inalterado, el menú abre paso a las flautas y los envueltos. Para cuando se funda el Paseo Santa Lucía, en 2007, llegan los sopes, y la taquería ya forma parte fundamental de la calle Galeana.
La identidad culinaria de México se definió a partir del taco y sus diferentes variaciones aparecieron dependiendo del lugar de la República que las concebía; la Taquería Juárez fue formando su popularidad a partir de la misma premisa.
IV
El señor Francisco Tinoco y su esposa, María del Refugio Tinoco, se conocieron cuando la taquería todavía era arrastrada en un carrito. Después de un arduo día en el trabajo, el matrimonio Tinoco, que aún esperaba que el destino culinario los uniera, gustaba disfrutar de las enchiladas rojas que la joven Guadalupe Espinoza preparaba con manteca de cerdo, una de las razones por las cuales la pareja las prefería. Un viernes por la tarde en el que Francisco venía de regreso de nadar en la Alberca San Nicolás, se le antojaron unas enchiladas de las que estaban a las afueras del Mercado Juárez, y a pesar de que no traía mucho dinero, decidió buscar el carrito de la joven que traía a su hija de la mano, ese que una vez caída la tarde se llenaba de trabajadores que salían de una ardua jornada o de vendedoras del mismo mercado que cerraban sus puestos por el día. La enchiladas rellenas de queso o de deshebrada, dependiendo de si se tenía hambre o antojo, fueron el detonante de lo que sería un matrimonio que ha durado más de 50 años.
El amor, al igual que los tacos, tiene muchas formas y se concibe en diferentes lugares de la República. Los tacos de canasta, por ejemplo, nacieron en las minas de Puebla, en donde el trabajo arduo de picar y arrastrar minerales en cuevas frías y sofocantes obligó a crear una manera de mantener un alimento rico en proteína entre la humedad y a bajas temperaturas. Así surgió la idea de colocar los tacos dentro de una canasta envuelta en tela, que además de mantenerlos calientes formaba parte de su proceso de preparación. Mucho después se volverían los tacos callejeros más populares del Distrito Federal, sobre todo en esas mañanas dominicales en las que da una flojera insoportable cocinar algo. Eventualmente llegaron a Monterrey, donde mutarían en los tacos al vapor, que son idénticos, pero en vez de usar una canasta para terminar el proceso de preparación, se utiliza una cubeta o una cazuela donde los tacos se cocinan con vapor de agua hirviendo. Francisco, originario de Zacatecas, cuna de la sopa de tortilla, y María, de Guanajuato, en donde se preparan las enchiladas mineras, rellenas de queso ranchero y bañadas en salsa de jitomate y chile guajillo, nunca imaginaron que conocerían a la persona con la que se casarían comiendo un platillo típico neoleonés preparado por una queretana.
Después de más de 50 años siendo clientes frecuentes de la Taquería Juárez, el matrimonio sigue pidiendo un “Quiero Comer de Todo”, que incluye las enchiladas que el mismísimo Destino quiso probar y que le gustaron tanto que decidió casar a las dos personas que comían junto a él. Francisco y María han sido testigos de todos los cambios de la taquería y han degustado sus platillos tanto de la mano de la difunta Guadalupe Espinoza como de la de su hija Teresa, quién ahora supervisa la cocina y recibe a sus clientes favoritos con una sonrisa y un saludo que evoca tiempos más jóvenes para los tres.
V
Uno de los meseros de mayor antigüedad en el restaurante es Esteban Treviño Mendoza. Lleva un poco más de 20 años sirviendo los antojitos de deleite obeso más sabrosos de la calle Galeana; claro, sin desprestigiar a sus vecinos de la Rosa Regia Náutica, que también preparan antojitos muy bien servidos.
Desde las 8:00AM, el señor Treviño está listo para hacerla de malabarista de platos variados, vestido con el uniforme: pantalón negro y camisa que trae un grabado que muestra orgullosamente el Cerro de la Silla y el logo de la Taquería Juárez; remata el atuendo con un moño negro que resalta la elegancia de servir antojitos. Las enchiladas para la señora, los sopes para el joven, el “Quiero Comer de Todo” para el señor y unos tacos light para la jovencita, sin olvidar las aguas frescas de horchata, jamaica, tamarindo o la coca helada, todo en una charola que carga con un solo brazo y un equilibrio increíble. Y no tiene siquiera un accidente en su record, a diferencia de los jóvenes que apenas le están entrando a la mesereada.
“Los fines de semana son los más difíciles; la gente no deja de llegar. Creo que el sábado es el día más pesado y en el que tenemos que estar más atentos de lo que los clientes quieren, porque si no se desesperan y eso afecta al negocio”. En un sábado se sirve aproximadamente a 750 comensales que no dejan de entrar y salir por la entrada que el portero, llegada una cierta hora, prefiere dejar abierta.
Los meseros están cazando miradas acusadoras de tardanza, la mano que hace la seña de la cuenta, el vaso vacío de refresco o agua, la falta de salsa o limones en la mesa, y todo para ganarse una buena propina y mantener el buen servicio, pilar de la misión del restaurante. En un sábado bondadoso pueden sacar unos mil 500 pesos en propinas, y ni se diga de los domingos por las mañanas, cuando el establecimiento está a reventar de familias ansiosas de unos ricos tacos al vapor después de ir a surtir mandado al mercado o tras la obligada misa dominical. “Antes de venir a pedir trabajo, yo ya había comido muchas veces aquí. Los tacos al vapor de deshebrada creo que son los que más me gustan y creo que es lo que más piden los clientes. Nadie los hace como las cocineras de aquí; tienen un toque mexicano delicioso”. Pero todo exceso es malo, y el señor Treviño lo sabe. Él mismo dice que no puede estar comiendo todos los días puro taco, sino ni siquiera se podría mover de lo obeso.
“¿Qué le voy a traer?” es la frase que más ha dicho el señor Treviño en su carrera como mesero en la taquería, y a pesar de que puede llegar a ser muy cansado estar de pie durante las jornadas de ocho horas, y más cuando el remplazo no llega a tiempo, es un trabajo que remunera muy bien y que deja un buen sabor de boca al final del día.
Pero los meseros no son los únicos que forman parte de la histórica taquería. A la entrada se encuentra Raúl González, el encargado de regular el flujo de automóviles en uno de los cuatro estacionamientos del local. Lleva un poco más de cinco años dando boletos de estacionamiento a los comensales de la taquería. Siempre amable y bonachón, listo para el resbalo que dará inicio a una conversación que demorará a los hambrientos clientes.
“Esta es la calle de los tacos: está aquí la Taquería Juárez, La Mexicana, la Rosa Náutica, La Siberia, y más atrás está un puesto de carne asada muy bueno, que es dónde a veces como porque uno se puede llegar a hartar de comer siempre lo mismo”. Parte de los beneficios de ser empleado en la taquería es un par de platillos gratis por día. Pero los meseros, cajeras, cocineras, garroteros y cuidadores del estacionamiento no pueden sobrevivir de una dieta repleta de antojitos mexicanos, por más antojadizos que puedan ser.
Los tacos son uno de los platillos más populares de México, en todos los sentidos de la palabra “popular”, es decir, los más baratos de consumir y el platillo con el que más se identifica el mexicano. Pero a pesar de ello, el número de establecimientos dedicados a los tacos registrados en el gobierno apenas rebasa los cuatro dígitos. Esto se debe a que la mayoría son puestos de comercio informal, es decir, que no rinden cuentas al gobierno y que no requieren de inspección de salubridad, porque todos sabemos que la grasita es lo que mejor sabe.
Es conocimiento popular que los tacos “de la calle” tienen un sabor mucho más exquisito que los que están preparados dentro de un restaurante, pero esta es otra de las razones por las que la Taquería Juárez se destaca. No sólo mantienen una limpieza impecable avalada por las certificaciones que les ha dado la Secretaría de Turismo, también logran preservar el sabor tan popular en las calles.
VI
Raúl González, el “viene viene” del estacionamiento de la Taquería Juárez, no es el único conocedor de “La calle del taco” —que en realidad no es una calle en sí, más bien es un sector en el que se concentran varias taquerías y establecimientos de antojitos a tan solo unos pasos de distancia entre sí—, también la conoce una de las figuras más populares de la televisión abierta en México: Margarito, el pequeño señor ranchero que hace reír a todos. Viene desde Aguascalientes al Centro sólo a comer y compartir la tradición de la tortilla envuelta de los tacos de La Mexicana, una carnicería que daba muestras gratis de la carne que vendía para atraer a más clientes, movida mercadotécnica que ocasionó que el nombre de carnicería se difuminara y le ganara el calificativo de taquería. La Mexicana, a diferencia de la Taquería Juárez, sólo vende tacos de carne asada, y a pesar de tener un menú bastante reducido, es también una de las taquerías más antiguas y populares en la Zona Centro de Nuevo León. Establecida en 1957, doce años después que la Taquería Juárez, La Mexicana es uno de los lugares más reconocidos por los vecinos del Centro, no sólo por los deliciosos tacos de asada al momento, sino por toda la imagen que se ha creado en local y su estacionamiento. La Mexicana es sinónimo de color: rosa mexicano, verde fosforescente y amarillo ámbar en las rejas del estacionamiento que comparten con el restaurante Los Frijoles, perteneciente a los mismos dueños de La Mexicana. Pero eso no es todo. Cuando uno sale de su automóvil y va en camino a comer unos deliciosos y humeantes tacos, los adornos no dejan que uno se olvide ni por una mirada que se está en una taquería 100 por ciento mexicana; ni el vocho pintado con un intento de imitación de bordados tarahumaras ni la enorme cantidad de sombreros charros de paja en el umbral del restaurante Los Frijoles ni tampoco la bomba de gasolina iluminada con los tres colores patrios a la entrada del estacionamiento y que gritan: “¡Vengo a comer para sentirme en México, chihuahua!”. Al menos eso es lo que dice el manager de Margarito, que carga al pequeño señor decepcionado hasta su suburban café porque La Mexicana, en domingo, cierra las puertas de su jugosa selección de carnes finas a las 3:00PM.
Margarito venía a disfrutar del olor característico de la carne al carbón, del jugo que emana del bistec una vez que llega a su punto exacto.
A tan sólo unas calles también se encuentra La Rosa Náutica, otra de las antiguas taquerías de “La calle del taco”. A tan sólo un par de años de la fundación de la Taquería Juárez, La Rosa también fue una de las taquerías más populares, pero conforme fueron pasando los años, disminuyeron sus comensales y su fama, por lo que no alcanzó a crecer de la misma manera. La original Rosa Náutica se perdió en las olas del progreso y la industrialización, y a pesar de que sigue funcionando y sirviendo tacos a los que pasan, su clientela se estancó en la nostalgia de aquellos que vivieron el cénit del establecimiento. Pero su nombre sigue vivo en una imitación bastante buena a sólo unos pasos, La Rosa Regia Náutica, vecina de la Taquería Juárez. Ahí se preparan exactamente los mismos platillos que en ambos establecimientos, pero a pesar de ser más barato, y en algunos casos mejor servido, no tiene el ambiente familiar y tradicional que evoca la Taquería Juárez.
No tengo familiares en Nuevo León, ni conocía a nadie cuando llegué a vivir a Monterrey, pero después de cinco años en el noreste de México, puedo decir que descubrí otro de los lugares en los que la tradición culinaria mexicana del siglo XX por excelencia, es decir, el taco, sigue siendo apreciada y degustada como sólo los mexicanos podemos, con un “Quiero Comer de Todo” repleto de enchiladas rellenas de queso y la clásica tortilla roja respirando aceite, los tacos al vapor con el humeante sabor a frijoles, deshebrada o picadillo, la cremosa salsa de aguacate de las flautas de pollo y las únicas e insuperables tostadas rojas de deshebrada con queso encima.


Fotografía de Cristina Guerrero